29.12.10

¿Cómo leemos la Biblia?


Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testmonio de mí.
Juan 5:39 (BJ)

Jesús acaba de sanar, en sábado, a un hombre paralítico desde hacía treinta y ocho años. Nadie tiene misericordia de aquel desgraciado que se consume en la desesperación mientras sus despiadados compatriados, aunque eso sí, muy versados en la Ley de Moisés y fieles cumplidores de las tradiciones rabínicas, no hacen absolutamente nada por remediar aquella situación; de todas formas... si está enfermo, algo habrá hecho para merecerlo, pensarían.

En lugar de alegrarse por la curación de aquel pobre hombre, aquellos "super espirituales" de la época, le acusan de cargar con su camilla en pleno día de reposo, y no contentos con ello, se dedican a perseguir a Jesús no con buenas intenciones. En este caso sus acusaciones: Quebrantar el sábado y blasfemar, porque "decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios".

Los judíos escudriñaban las Escrituras, pero fueron incapaces de reconocer a Cristo cuando vino. ¿Cómo es posible que los mejores estudiantes de la Ley, capaces de leer meticulosa y regularmente la Palabra de Dios, fueron incapaces de descubrir a Jesús como el Mesías? Porque acudían a las Escrituras buscando argumentos que apoyaran sus propias creencias. Porque en su ceguera espiritual adoraban la letra de las Escrituras en lugar de adorar al Dios que se revela en ellas.

¿Cómo leemos la Palabra de Dios? Jesús es el centro de las Escrituras, la última revelación de Dios. Te animamos a buscar diariamente su rostro un nuevo semestre, en que juntos leeremos y meditaremos las Escrituras. Que Dios te ayude a hacerlo con la mente de Cristo y pidiendo la dirección del Espíritu Santo.

Francisco Mega
Secretario General de la Unión Bíblica

(Tomado del editorial de Notas Diarias / Mi encuentro diario con Dios, Enero-Junio 2011)

Cada volumen de nuestra serie Notas Diarias / Mi encuentro diario con Dios comienza con la siguiente GUÍA PARA LA MEDITACIÓN DIARIA:
Procura dedicar tiempo todos los días para encontrarte con Dios y abrirte a su Palabra. Espera que te hable.

1. Prepárate
Abre tu corazón y vida para recibir la Palabra de Dios. Ora para que Dios te ayude a comprender y responder a lo que quiere enseñarte.

2. Lee
Sin prisas, lee el pasaje seleccionado para el día. Vuelve a leerlo hasta que estés seguro/a de haber captado el mensaje principal del pasaje,

3. Investiga
Ten unos momentos para mirar el pasaje de nuevo, examinando lo que, tal vez, te esté diciendo a ti.

4. Responde
Responde al pasaje en oración. Convierte en adoración tus descubrimientos acerca de Dios. Convierte tus descubrimientos acerca de ti mismo en un nuevo compromiso de obedecer la Palabra de Dios. Escríbelo para que no te olvides de ello. Decide cómo compartir tus descubrimientos con los demás... por medio de las palabras y la acción práctica.

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